POR:Mónica Flores
Entrevista con el doctor Antonio del Río, director del Instituto de Energías Renovables de la UNAM

En 2014, la forma de trabajar temas de energía renovable en México se fortalece con el arranque de tres Centros Mexicanos de Innovación en Energía (CEMIE). Los CEMIE están formados por una sólida red de científicos expertos en diferentes rubros de las energías renovables. Sobre este tema, Proyecto FSE tuvo oportunidad de platicar con el doctor Antonio del Río, Director del Instituto de Energías Renovables de la UNAM y responsable técnico del proyecto del CEMIE-Sol.

“EL CEMIE-Sol es una red virtual. Somos una red colaborativa de universidades y empresas. En este momento estamos trabajando en 22 proyectos de 50 instituciones y de 17 empresas. Participamos casi 300 investigadores de todo el país y todos trabajamos diversos temas; desde cómo hacer una celda fotovoltaica con materiales nano hasta cómo desarrollar plantas u hornos solares que produzcan megawatts de energía eléctrica”, comenta Del Río. La vocación de innovar comienza desde la administración del CEMIE. “Lo vamos a hacer todo a través de un sistema computarizado, dedicado a la administración de redes. Tenemos que usar la tecnología actual para llevar una administración totalmente descentralizada. Tenemos proyectos que están en Mexicali y otros en Chetumal, pasando por Nuevo León y hasta Guerrero. Entonces, sí, es un reto mayúsculo”.

Palabra clave: colaboración

“El liderazgo del CEMIE-Sol lo tomó el Instituto de Energías Renovables de la UNAM pero lo considera como un esfuerzo de colaboración, de coordinación de muchas instituciones. Las principales instituciones de investigación estamos trabajando en un esfuerzo colectivo”.

La meta de los CEMIE, en este caso del solar, es abrir el ciclo de investigación científica para llegar a su comercialización. “Es algo innovador en el sentido de que tenemos que utilizar todas las capacidades que tienen nuestras instituciones de investigación para, precisamente, promover la colaboración entre diferentes sectores. Y tenemos que definir estrategias de producción de conocimiento científico para que lleguen al desarrollo tecnológico y después a la innovación. Hacer el efecto push, el efecto de empujar la ciencia hacia el mercado.

También debemos tener apertura para que las empresas nos digan qué es lo que les hace falta en el ámbito de la energía solar y encontrar los investigadores que pudieran resolver esa problemática planteada por las diferentes empresas. Ese es otro modelo de interacción que también debe ser articulado en forma novedosa”.

Suena ambicioso y lo es, pero hay un concepto clave que es fundamental para lograrlo. “La mayoría de los científicos estamos acostumbrados a trabajar en pequeños grupos compitiendo con otros. Ahora necesitamos aprender a colaborar y generar cosas juntos. Es un reto mayúsculo y yo esperaría que ese fuera el principal logro de este Centro de Innovación: que pudiéramos trabajar en grupo haciendo lo que sabemos hacer y dejando que otros colegas hagan lo que saben hacer, pero todo en una línea que apunte a llevar nuestros productos al mercado”.

Antonio del Río

«La mayoría de los científicos estamos acostumbrados a trabajar en pequeños grupos compitiendo con otros. Ahora necesitamos aprender a colaborar y generar cosas juntos”.

México, país privilegiado

Gracias a la ubicación geográfica de México, si algo tenemos en abundancia es luz solar. Y aunque hay zonas con mayor posibilidad de usar esta energía, como la parte norte del país, el resto también posee un promedio muy bueno de disponibilidad energética. “Tenemos un promedio de más de 5 kWh/m2/día. Y eso lo que implica es que con 16 metros cuadrados podríamos estar alimentando una casa de consumo alto de energía eléctrica. Es una disponibilidad muy elevada. Podría darnos para abastecer la demanda actual si utilizamos todos los techos disponibles en las ciudades y empresas e industria. Podríamos tenerlo, pero necesitamos resolver no sólo el problema de colocar los paneles fotovoltaicos arriba de los techos: necesitamos resolver el problema de la intermitencia”, dice Del Río. Por ello el tema de almacenamiento de energía tomará un lugar importante en la agenda de energía proveniente del sol.

La energía solar es ya una realidad. Hace falta familiarizarse con sus posibles usos y potencial industrial. Una casa que funciona con energía solar paga un promedio de 50 pesos al mes de luz. Pero para que la gente pueda migrar a energías renovables, hacen falta compañías que monitoreen y asesoren sobre la calidad de los productos que están en el mercado, como células fotovoltaicas y calentadores solares. Para el doctor Del Río, es de vital importancia “generar compañías que verifiquen que lo que está llegando a México sea de buena calidad”. Estas empresas podrían dar más elementos para hacer las compras (divulgación) y garantías (certificación), para que el público en general haga una inversión y transición segura hacia el uso doméstico de la energía solar.

Industria con potencial

Además de los usos que nos son muy conocidos, la energía solar tiene aplicaciones muy interesantes. El CEMIE-Sol ya está trabajando en ellas; por ejemplo: desalación de agua de mar con el sol y refrigeración solar. “Desde mi punto de vista, estamos en una situación tal, que podemos mostrar que con energía solar somos capaces de desalar agua, y eso ayudará a comunidades enteras. Por otro lado, tenemos que, en una buena parte del país, cuando hay mucha radiación solar es cuando se requiere también enfriamiento. Hay un proyecto muy grande de refrigeración solar que, precisamente, usa la energía solar cuando más hay y la transforma en frío para acondicionar desde habitaciones hasta refrigeradores para guardar productos agropecuarios”, comenta Del Río.

El CEMIE-Sol tiene proyectos cuyos resultados serán visibles en dos, tres y cuatro años. Aunque no hay ningún país que tome toda su energía de la fuente solar, México, en manos de sus científicos, sí planea que al menos un porcentaje importante provenga de esta energía renovable. “Para 2024 debemos tener el 35% de fuentes renovables de energía. A mí me gustaría que en esa época pudiéramos tener el 35% de origen solar; sería ideal pero, siendo realistas, creo que podríamos pensar en un 20%”, comenta Del Río.

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