La energía que activa nuestros vehículos, nuestras casas, nuestros aparatos electrónicos, es finita y se encuentra en crisis. Generarla es cada vez más costoso y tiene efectos negativos en el planeta. ¿Qué hacer para crear un nuevo tipo de energía accesible a todos, sin importar las condiciones económicas o el lugar geográfico donde nos encontremos?
El doctor Daniel Nocera, profesor emérito de Harvard, ganador de múltiples reconocimientos internacionales y uno de los científicos más influyentes, ofrece con su trabajo respuesta a estas cuestiones y nos brinda una luminosa perspectiva sobre el futuro de la humanidad.
Daniel Nocera sonríe con nostalgia cuando habla sobre su adolescencia. Desde muy joven se independizó de su hogar; pasó por momentos difíciles donde, luchando para mantenerse, combinaba el estudio con su fascinación por la música. “Era seguidor de una banda llamada The Grateful Dead —relata Nocera—. Me volví muy cercano; los miembros del grupo se convirtieron en mi familia. Incluso ahora, aunque han pasado años, colegas y alumnos todavía comentan entre ellos: ‘¡Hey, ése es el profesor que andaba con The Grateful Dead!’”.
A la psicodelia sesentera siguieron años de intenso trabajo en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, donde, en 1979, Nocera se graduó con honores en Química (unos cuantos años después, en 1984, obtuvo el doctorado en el Instituto de Tecnología de California, donde se especializó en Electroquímica y Fotoquímica). El trabajo de Nocera coincidió con la crisis energética que atravesó Estados Unidos a finales de los años 70: un embargo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) impedía a los norteamericanos importar petróleo. El país se encontraba a punto del colapso. “A los 20 años comencé a hacer cálculos acerca de las reservas de energía global —explica el investigador—. También los hacía sobre el crecimiento de la población y cómo la demanda sobrepasaría nuestra capacidad de generar energía”. Aunque la crisis energética se resolvió a mediados de los 80, Nocera continuó su investigación. “La gran mayoría de científicos se olvidó del estudio de energías renovables, pero yo no”. Durante los siguientes 10 años trabajó prácticamente solo. No había nadie en su misma línea de investigación, tampoco una comunidad científica con la que corroborar resultados y compartir avances. Como recuerda Nocera, lo importante en esos tiempos solitarios fue mantenerse comprometido, enfocado, creer siempre en sí mismo. “Yo sabía que era un asunto importante y en algún momento el mundo se daría cuenta y lo resolvería”.
Tenía razón. Durante los 90, la comunidad científica por fin se dio cuenta de la importancia de la energía renovable y su impacto en nuestro futuro. Para entonces, los estudios de Nocera, quien ha participado también en numerosos programas de televisión (en 2006, su programa científico NOVA, fue nominado al Grammy), habían pasado de enfocarse en el petróleo, el carbón y el gas, hacia una pregunta fundamental: ¿existe en el mundo una energía mejor? El sol fue la respuesta. “Puedes utilizar el sol para obtener energía cuando está presente, pero cuando el sol se oculta ya no hay energía. Así que comencé a trabajar en una forma de aprovechar el sol y convertirlo en un combustible de alta energía. Convertirlo en hidrógeno”.
El especialista explica su trabajo con “hojas artificiales”: láminas metálicas, del tamaño de una carta de baraja, formadas por compuestos de silicio, níquel, fosfato de cobalto y otros catalizadores que, sumergidos en agua y expuestos a la luz solar, permiten reacomodar las uniones moleculares del agua (H2O, hidrógeno y oxígeno) para almacenar la energía del sol, creando lo que se conoce como “combustible solar”. En pocas palabras, inventó una forma de realizar fotosíntesis artificial, donde el agua se procesa para crear energía. Para dar una idea de la magnitud y complejidad de este logro, basta decir que su trabajo resuelve más de 80 años de investigación científica precedente.
Pero la perspectiva de Nocera está lejos de cumplirse. Como él mismo explica, no puede hablarse de integridad ambiental ni sustentabilidad cuando existen brechas económicas tan grandes en el mundo. El problema es cómo, usando sus descubrimientos, se puede generar energía de forma barata y eficiente; tan accesible que llegue a las comunidades más apartadas, donde no hay luz ni electricidad. Esto es importante para Nocera, ya que los sectores marginados, la gente sin recursos, son su prioridad: hacia ellos dirige la mayor parte de sus investigaciones.
«Hoy puedo hacer las cosas de forma cara, pero no las puedo hacer de manera accesible. Así que la mía es otro tipo de ciencia; la llamo ‘innovación frugal’ porque es necesario ser muy creativo para hacer las cosas baratas”.
En búsqueda de la ‘innovación frugal’
“Hoy puedo hacer las cosas de forma cara, pero no las puedo hacer de manera accesible. Así que la mía es otro tipo de ciencia; la llamo ‘innovación frugal’ porque es necesario ser muy creativo para hacer las cosas baratas”. Y aquí el investigador hace cálculos: la población mundial suma ya 7 mil millones de personas. De éstas, 20% de la población jamás ha tenido electricidad. Pero un día, cada vez más pronto, va a necesitarla, y entonces sí será un problema serio para el planeta. Nocera explica que en el futuro no bastará con la suma de las actuales fuentes de energía (hidroeléctrica, nuclear y eólica, entre otras). Sus cálculos indican que, matemáticamente, seremos incapaces de producir la energía necesaria para atender las demandas futuras de la población.
“Mi visión del mañana es que cada quién tendrá su abastecimiento personal de energía. El sol siempre te sigue, nadie es dueño de él. Las casas tendrán la posibilidad de generar y almacenar su propia energía. Al igual que ahora con las computadoras personales, cada casa contará con una estación para generar energía renovable de manera individual”.
En este sentido, Nocera señala que México es uno de los países más emocionantes en el ámbito de la energía, ya que está abriendo su mercado y habrá mucha colaboración entre éste y otras naciones y compañías. “Vivimos un momento muy emocionante en México para adentrarse en la energía y desarrollar un mejor futuro energético”.
Agrega que entre los jóvenes universitarios se respira un gran entusiasmo por los temas de energía renovable y el futuro de la ciencia en estos rubros. A ellos, estudiantes y futuros investigadores de México, Nocera aconseja que no se rindan ni se desanimen. “Si confían en ustedes mismos, si continúan trabajando, el problema de la energía, que es el problema más grande del futuro, será resuelto en beneficio de todos”.