En mi trayectoria académica, mis intereses han cambiado muchas veces (desde medicina a energía) pero siempre me ha fascinado la ciencia y su poder de transformar el mundo. Para mí, es increíble que, a través de los años, las investigaciones científicas hayan podido aclarar tanto el fenómeno de la gravedad como la estructura del ADN. Decidí dedicarme a la ciencia porque, como yo lo veía, es la disciplina que más contribuye al progreso de la sociedad.

Realice mis estudios de licenciatura en la Universidad de Harvard, en la carrera de Biología, pero poco a poco me fue interesando más el tema de la energía y su conexión con la problemática del cambio climático. Aún considero que la biología es una disciplina muy importante para la sociedad, por ejemplo, en términos de medicina y salud pública, pero la energía impregna todos los aspectos de la vida cotidiana. Un gran reto para el mundo en este nuevo siglo será poder enfrentar el cambio climático con una transición a sistemas energéticos sustentables, y la innovación científica jugará un papel importante para enfrentar este reto.

Cuando comencé a tomar cursos relacionados a la energía y la política energética, muchos se interesaban por el caso de China y por los grandes proyectos en ese país, pero a mí me atraía más el caso de México. El caso de México es muy singular, porque no sólo es un país muy vulnerable a los efectos del cambio climático, también es un país con un gran potencial en energías limpias. El increíble potencial de nuestro país y los distintos retos de su sistema energético me fascinaron, y por ello decidí investigar oportunidades para trabajar en el sector energético nacional luego de terminar la licenciatura.

El caso de México es muy singular, porque no sólo es un país muy vulnerable a los efectos del cambio climático, también es un país con un gran potencial en
energías limpias.

Mis padres se mudaron de Guanajuato a Estados Unidos poco antes de que yo naciera. No tenían muchas oportunidades en su pequeño pueblo y no tenían más estudios que la primaria. Ellos veían que sus familiares en Estados Unidos vivían bien y creyeron que mudándose de país podrían darles más oportunidades a sus hijas. No siempre fue fácil estar tan lejos de sus familias, pero el sacrificio de mis padres ha servido para que mis hermanas y yo tuviéramos más oportunidades para estudiar y escoger nuestras carreras.

Yo estudié en escuelas públicas en Estados Unidos hasta terminar la preparatoria. Luego fui aceptada en la Universidad de Harvard para los estudios de licenciatura. No fue algo que esperase, pero cuando surgió la oportunidad de estudiar en la mejor universidad de Estados Unidos, la aproveché al máximo. En Harvard se me abrieron muchas puertas. Tuve la oportunidad de aprender de profesores que son expertos en sus respectivas áreas, de trabajar en laboratorios de investigaciones en la Facultad de Medicina, y de conocer a estudiantes increíblemente talentosos. Después de Harvard, trabajé como pasante en el Departamento de Energía de Estados Unidos, donde aprendí cómo la ciencia puede influir en la política. Con esta experiencia, me dieron ganas de  trabajar en el sector público, donde se puede tener mucha influencia sobre el sector energético de ese país, pero me siguió interesando más el caso de México.

Aunque nací en Estados Unidos, siempre he sentido una conexión fuerte con México, a través de mi familia. Y aunque ellos dejaron México para buscar mejores oportunidades en Estados Unidos, yo ahora haré lo contrario: dejo Estados Unidos para aprovechar las oportunidades en México. Quiero aprovechar mis estudios en Estados Unidos para contribuir al crecimiento de México, para que se aproveche el potencial de este país en el sector energético, y para ser parte de su futuro.

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