POR:Mónica Flores|ILUSTRACIÓN:Oldemar
Recuento de acciones emprendidas por algunas islas, pequeñas y grandes, para transitar hacia fuentes limpias de energía.

Las islas suelen necesitar soluciones específicas a sus requerimientos energéticos. Por lo común, la oferta de electricidad en ellas no es tan basta o económica como en las ciudades, ya que no cuentan con la misma infraestructura, y la energía puede encarecerse dependiendo de los métodos que tengan para hacerse de combustibles o de la tecnología requerida. Para la Agencia Internacional de Energía Renovable (Irena, por sus siglas en inglés), “las soluciones de mini-redes renovables, compuestas por generadores de electricidad y sistemas de almacenamiento interconectados a una red de distribución que suministra electricidad a un grupo localizado de clientes, ahora son estrategias rentables y viables para ampliar el acceso a la electricidad en los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo”, según lo publicado en su página, en un texto del 25 de septiembre de 2017.

Muchas islas tienen como propósito transitar hacia una mezcla mayor de energías renovables, y algunas apuestan por un futuro que dependa al 100% de ellas. Hawai, por ejemplo, es el lugar con las tarifas eléctricas más altas de toda la Unión Americana: el costo por kilovatio-hora es de 27.68 centavos de dólar, mientras que el promedio para Minnesota y Kansas es de 8.9 centavos de dólar por kilovatio-hora. Sin embargo, Hawai está obteniendo grandes avances en el tema y se ha propuesto la meta de generar toda su electricidad a partir de fuentes de energía renovable para 2045.

Kauai y la energía solar

Kauai, la isla más antigua de Hawai, además de ser el lugar más húmedo de todo el planeta, de tener temperaturas promedio entre 23 y 27 °C todo el año, de tener una población de 70,000 personas habitando ese paraíso y más de 100 hoteles (desde exclusivos resorts hasta hoteles económicos), también es el sitio en el que la empresa Tesla firmó un contrato por 20 años con la Kauai Island Utility Cooperative (KIUC) para poder venderles electricidad a un precio de 13.9 centavos por kilovatio-hora, menos de la mitad del precio promedio que pagan los consumidores hawaianos.

Kauai ha tenido una transición bastante rápida: apenas en 2009, el 91% de la electricidad de la isla provenía del petróleo. Para 2015, 15% de la energía ya era de fuente solar y otro 22% provenía de otras fuentes renovables. En 2016, KIUC, a través de su CEO, David Bissell, dijo que incluso hubo días específicos, durante ese año, en los que el 97% de la energía utilizada en la isla fue generada por alguna fuente de energía renovable, con el 77% de esa energía proveniente del aprovechamiento del Sol. En un día promedio, con la energía solar cercana a su máximo potencial, todos los generadores de KIUC, menos uno, permanecen apagados.

¿Qué rol jugó Tesla en este avance? Lo que hizo la empresa fue agregar un elemento que hacía mucha falta para poder dar solución a la disponibilidad de energía de fuente solar en las horas nocturnas de demanda alta: la opción de almacenamiento energético. En la isla hay una granja solar de 13 MW, con casi 55 mil paneles solares y 272 baterías Powerpack con capacidad de almacenar hasta 52 MWh. KIUC considera que, gracias a este proyecto, dejarán de usar 6.05 millones de litros de combustible fósil al año.

La energía solar, a pesar de ser el recurso más abundante en ese sitio tan bien irradiado, requería de ese paso extra para poder ser rentable: lograr almacenar la energía capturada en las horas de sol para poder usarla en la noche, donde se dan las horas pico de demanda en esa isla tan concurrida como destino turístico.

La urgencia por adoptar energías renovables en las Galápagos no sólo responde a requerimientos energéticos, sino también a la urgencia de garantizar la seguridad de las especies naturales de flora y fauna que las habitan.

El caso Galápagos

Islas Galápagos, gracias a la rica biodiversidad con la que cuentan, a la gran cantidad de especies endémicas que las habitan y a las investigaciones que llevó a cabo ahí Charles Darwin para formular su Teoría de la Evolución, fue declarada por la Unesco, en 1978, Patrimonio de la Humanidad. La urgencia por adoptar energías renovables en las Galápagos no sólo responde a requerimientos energéticos, sino también a la urgencia de garantizar la seguridad de las especies naturales de flora y fauna que las habitan. Una forma de guardarlas es evitar que lleguen a las islas barcos petroleros que puedan repetir un accidente como el sucedido en 2001 cerca de San Cristóbal, cuando se derramaron cientos de toneladas de diésel y aceite combustible intermedio.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a petición del Ministerio de Electricidad y Energía Renovable del Ecuador, está implementando el proyecto de Electrificación de las Islas Galápagos con Energías Renovables (Ergal). Han participado también compañías privadas internacionales, como Global Sustainable Electricity Partnership, Hydro-Québec (de Canadá) y Kansai Electric Power (de Japón), entre muchas otras. PNUD describe el objetivo del proyecto: “Reducción de emisiones de CO2 relacionadas con la producción de energía, introduciendo energía fotovoltaica y eólica para reemplazar parcialmente el combustible fósil (especialmente diésel) utilizado en la generación de electricidad en el Archipiélago de Galápagos. Además, el proyecto disminuirá sustancialmente el volumen de diésel embarcado anualmente hacia las islas, reduciendo, por lo tanto, la amenaza de un derrame de combustible que podría afectar la biodiversidad que se encuentra en y alrededor del ecosistema costero de las islas”. La idea es que, a futuro, este proyecto pueda usarse también en el resto de Ecuador.

Algunos logros que el PNUD destaca son: Instalación del parque eólico en Baltra; desarrollo de capacidades técnicas de ElecGalápagos para el manejo de energía renovable, y reducción de importación y consumo de combustibles fósiles, así como una reducción de emisiones de CO2.

Islas pequeñas, grandes éxitos

Otro caso interesante es el de la isla Ta’u, la más grande del grupo Manu’a en las islas Samoa. Se encuentra en una zona remota del Océano Pacífico a la que cualquier tipo de combustible debe llegar por barco. Pese a ser la más grande de las islas de Samoa, apenas tiene 44 km2 y casi mil habitantes. Antes de realizar la transición a energía solar, producían electricidad con generadores, pero la obtención del combustible para su funcionamiento era complicada y cara. En octubre de 2016, el gobierno estadounidense de Samoa publicó en su página de gobierno que el 100% de la electricidad en Ta’u provenía ya, en un 100%, de la energía solar.

La micro-red de energía solar de la isla costó 8 millones de dólares. El sistema, instalado por SolarCity, está compuesto por 5,000 paneles solares y 60 baterías Powerpack de Tesla. Según la U.S. Energy Information Administration, gracias a esta micro-red, Ta’u ahorrará 416 mil litros de diésel y dejará de emitir 1,133 toneladas de emisiones de dióxido de carbono anualmente.

Otra isla pequeña que persigue una acelerada transición energética hacia fuentes renovables es la mediterránea Tilos, una isla griega del archipiélago del Dodecaneso, en el Mar Egeo, considerada una reserva natural. Tiene 62 km2 y su número de habitantes apenas llega al medio millar, pero es un destino favorito para el avistamiento de aves. Gracias a que la cacería está prohibida en la isla, las aves, tanto residentes como migratorias, vuelan tranquilamente y es posible ver pasar, sentado desde un balcón o en alguna caminata, un halcón de Eleonora o un águila de Bonelli, aves raras y apreciadas por conocedores. La isla también tiene una variedad de 650 especies de plantas. Esa gran biodiversidad atrae turismo científico y ecológico. El plan europeo es invertir 15 millones de euros para instalar en Tilos una turbina eólica y un pequeño parque fotovoltaico para crear una micro-red híbrida que genere y almacene energía, y luego replicar este sistema en otras islas pequeñas de Europa.

En las próximas décadas habrá varias islas, en distintos continentes, que funcionarán al 100% con energías renovables y que servirán como ejemplo y caso de estudio para poder replicar programas exitosos en el uso de energías renovables, principalmente solar y eólica, en terrenos insulares.

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