Expertos en geología y minerales se reunieron, en este 2018, en la Universidad de Stanford para hablar del futuro de las materias primas que posibilitan la creación de fuentes de energía limpias. Todos coincidieron en que las cadenas de suministro de minerales críticos y raros son vulnerables a las alteraciones políticas y económicas globales, y ello podría obstaculizar el camino hacia un futuro de energías renovables.
A medida que la población y los niveles de vida aumenten en las próximas décadas, encontrar y desarrollar fuentes sostenibles de minerales críticos y raros (cruciales para la electrónica moderna y las tecnologías renovables) será uno de los temas más importantes que enfrente la humanidad para mantener su estilo de vida. Se estima que la población humana llegará a los 10 mil millones de habitantes en 2050 y los niveles de vida de los países en desarrollo se acercarán más a los de los países occidentales; entonces, nuestro voraz consumo de metales se acelerará también.
Los minerales críticos y raros incluyen el litio, el cobre, el uranio, el oro y los llamados Elementos Terrestres Raros (REEs, por sus siglas en inglés), que son muy apreciados por sus propiedades electrónicas y magnéticas. Estos materiales desempeñan un papel fundamental en la producción de aparatos electrónicos modernos, como teléfonos inteligentes, baterías y sistemas avanzados de armas.
Lawrence Meinert, subdirector asociado de la División de Energía y Minerales del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), dijo que el consumo humano de metales durante el siglo pasado fue “alucinante”. La gente ahora usa seis veces más hierro por persona que hace 100 años.
Los metales raros son especialmente vitales para las tecnologías de energía renovable, como los coches eléctricos y los paneles solares. Por ejemplo, tan sólo un vehículo eléctrico de Tesla requiere casi 7 kilogramos de litio, y los paneles solares delgados y baratos necesitan telurio, uno de los elementos más raros de la Tierra.
Lawrence Meinert comentó que, hace un par de décadas, grandes construcciones, como el Golden Gate, requerían grandes cantidades de pocos metales, como hierro y acero. Hoy, un teléfono inteligente utiliza la mayoría de los minerales de la tabla periódica. Sin embargo, los componentes electrónicos modernos requieren cantidades muy pequeñas de elementos críticos, así que no hay riesgo de que se terminen. El riesgo verdadero es la interrupción de la cadena de suministro causada por las alteraciones políticas y económicas globales.
Roderick Eggert, economista de Minerales, de la Escuela de Minas de Colorado, declaró que los minerales críticos y raros son a menudo subproductos de operaciones minerales mucho más grandes, como las del cobre, por lo que, “si el precio del cobre cae, la producción de estos elementos críticos también estará en riesgo”.
Los metales raros son especialmente vitales para las tecnologías de energía renovable, como los coches eléctricos y los paneles solares. Por ejemplo, tan sólo un vehículo eléctrico de Tesla requiere casi 7 kilogramos de litio, y los paneles solares delgados y baratos necesitan telurio, uno de los elementos más raros de la Tierra.
Por otro lado, la producción de muchos elementos esenciales se concentra en unos pocos países, especialmente en China, que extrae el 93% de los elementos terrestres raros del mundo. En la reunión se expuso que, si los puertos de China fueran devastados por un desastre natural, como un tsunami, habría graves repercusiones para el comercio y las economías mundiales.
Por estas razones, se concluyó que, a fin de minimizar los riesgos de interrupciones en el suministro de minerales críticos, es necesario realizar mapeos de minerales utilizando herramientas de imágenes geofísicas de vanguardia como Lidar e imágenes hiperespectrales.
Un acercamiento a lo anterior puede encontrarse en un estudio publicado recientemente en la revista Nature Communications, escrito por Gail A. Mahood, profesora emérita de Ciencias Geológicas de la Universidad de Stanford, que ofrece un adelanto de un proyecto de mapeo geológico a gran escala. Su equipo y ella han demostrado que las capas de arcilla en las calderas supervolcánicas de todo el mundo contienen grandes depósitos de litio.
El estudio dice que, si se puede desarrollar la tecnología para extraer de manera asequible el litio de la arcilla, se diversificaría el suministro mundial de litio, que actualmente se produce principalmente en Chile y Australia a partir de fuentes que no son de arcilla.
Finalmente, se instó a los científicos de materiales y a los ingenieros de productos a investigar formas de minimizar aun más la cantidad de minerales críticos y raros que se requieren para la electrónica: producir más, perder menos y usar menos.