México cuenta con las condiciones necesarias para que prospere un sistema de biorrefinerías y proporcione biocombustibles y bioproductos de valor agregado que no dañen el medio ambiente, asegura el doctor Héctor Poggi-Varaldo, investigador del Departamento de Biotecnología del Cinvestav. “El país es generador de grandes cantidades de residuos orgánicos que vienen de basureros de las ciudades y de rellenos sanitarios; desperdicios que no sólo son sobras de comida, frutas o verduras… también hay mucho papel y cartón transcontaminado que se considera orgánico”, explica el investigador.

Tan sólo en la Ciudad de México, se producen 13 mil toneladas de residuos urbanos diariamente y no existen biorrefinerías formales, ni aquí ni en ninguna otra parte de la nación. “Estos desechos podrían ser aprovechados en una biorrefinería, un lugar donde entran los residuos en unos biorreactores y, mediante procesos biológicos y físico-químicos, se produce un amplio espectro de biocombustibles y bioproductos de valor agregado”, comenta el doctor Poggi, quien, junto con la doctora María Teresa Ponce Noyola, especialista en Enzimología y Genética Microbiana, y dos alumnos de posgrado, el doctor Carlos Escamilla y la maestra en ciencias Leticia Romero (también del Departamento de Biotecnología del Cinvestav), han desarrollado las bases (en laboratorio) para la construcción de una biorrefinería piloto. Ellos le llaman HMZS, y es capaz de producir hidrógeno (H) por métodos biológicos; metano (M); enzimas (Z) de interés industrial de tipo celulasas y xilanasas; y sacarificados (S), que son azúcares y licores de azúcar que se aprovechan para procesos de fermentación, con lo cual es posible producir bioetanol.

También pueden elaborarse otros combustibles y bioproductos, como fertilizantes y acondicionadores de suelo. Es posible añadir celdas de combustible que son muy eficientes en la producción de electricidad a partir de hidrógeno; se podría generar electricidad ininterrumpida e “inyectarse” a la red eléctrica de la zona. También pueden integrarse sistemas bioelectroquímicos que sinteticen bioproductos de gran valor comercial.

El doctor Poggi-Varaldo expone que “es importante mencionar que el hidrógeno que se produciría en una biorrefinería es totalmente limpio. Nosotros lo consideramos una energía renovable si proviene de la biomasa y no de combustibles fósiles”.

Los investigadores del Cinvestav están buscando socios para la construcción de una planta piloto demostrativa y, de comprobarse la viabilidad del proyecto, construir una planta comercial con ayuda de la iniciativa privada. Por ahora, se ha conformado en México una Red Temática de Biorrefinerías con científicos de diferentes centros de investigación y empresas interesadas.

El investigador calcula que una biorrefinería que atendiera diariamente 1,000 toneladas de residuos orgánicos tendría una inversión total de casi 4 mil millones de pesos. Sin embargo, los beneficios para la población serían muchos y el retorno de inversión se daría en pocos años, dado el valor comercial de los biocombustibles y demás bioproductos.

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