Sistema de ladrillos refractarios permite guardar el exceso de calor producido por fuentes limpias.

Investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) trabajan en un nuevo método de ladrillos refractarios que utiliza un principio muy antiguo para almacenar energía proveniente de fuentes limpias, a costos bajos. El objetivo central es sacar provecho del exceso de electricidad producido cuando la demanda es baja, por ejemplo, de los parques eólicos cuando soplan fuertes vientos durante la madrugada o de las granjas solares cuando hay mucha radiación solar en un sólo día.

Los científicos construyeron dispositivos que incorporan resistencias eléctricas para convertir la electricidad en calor. El calor es transferido a una gran masa de ladrillos refractarios que pueden retenerlo durante largos periodos, si están encerrados en una carcasa aislada. Después, el calor puede ser utilizado directamente en procesos industriales o podría alimentar generadores que lo convierten en electricidad y encender aparatos en edificios o viviendas.

El uso de ladrillos refractarios para soportar altas temperaturas es una técnica que tiene más de 3 mil años de antigüedad y fue utilizada en la era de los hititas.

Charles Forsberg, investigador del Departamento de Ciencia e Ingeniería Nuclear del MIT, es el autor principal del estudio. El sistema de Forsberg se llama Firebrick Resistance-heated Energy Storage (y lo llaman, simplemente, Fires) y el científico asegura que los costos por almacenamiento podrían ser, en algunos casos, de cero, en momentos de alta producción, en los que podría guardarse una gran cantidad de calor que puede usarse después. Este hecho provocaría, entonces, que la demanda de electricidad a la red federal o a los proveedores privados disminuyera, lo cual ahorraría costos a las industrias. La propuesta del investigador del MIT es que la energía proveniente de fuentes limpias se almacene en sus dispositivos, con el fin de hacer más rentables las tecnologías que generan energía libre de carbono, como la solar, la eólica y la nuclear, y fomentar su expansión.

Aunado a lo anterior, hoy las opciones para almacenar el exceso de electricidad están limitadas a las baterías de ion de litio o a los sistemas hidroeléctricos bombeados. “Un sistema de almacenamiento térmico hecho con ladrillos refractarios costaría entre una décima y una cuadragésima parte de cualquiera de esas opciones”, señala Forsberg.

Los ladrillos refractarios están hechos de arcilla y son capaces de soportar temperaturas de hasta 1,600 grados Celsius o más. Este tipo de ladrillos se han encontrado en sitios arqueológicos que datan de hace 3,500 años, como los hornos de fundición de hierro construidos por los hititas, en lo que ahora es Turquía.

La arcilla también fue utilizada en la Batería de Bagdad, una especie de pila eléctrica antigua, hallada en 1936 durante unas excavaciones en una zona del actual país de Irak. Se trata de unos recipientes de arcilla con forma de jarrón, en cuyo interior había un cilindro de cobre fijado con asfalto a la embocadura del cuello. Dentro del cilindro había una vara de hierro. La Batería de Bagdad tiene una antigüedad de dos milenios, pues la datan entre el año 248 a.C. y el 226 d.C.

Fuente:
http://news.mit.edu/

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