En México, hay 800 mil hectáreas sembradas de caña de azúcar y, por cada hectárea, se liberan a la atmósfera hasta 45 toneladas de CO2, debido a los desechos que produce ese sector. Aprovechar los residuos de esa industria no sólo disminuiría la contaminación ambiental, también podría transformarlos en biocombustibles, electricidad y otros productos amigables con el planeta.
La solución
Con 23 años de existencia, la empresa mexicana Procazúcar asesora a ingenios azucareros del país. Recientemente, su fundador, Federico López-Medel, creó un proyecto para transformar los ingenios en biorrefinerías para la producción de energía limpia y hacerlos más rentables y sustentables.
El plan se denomina Bio-Diversificación Agro-industria Azucarera Mexicana, que incluye el primer ingenio azucarero convertido en biorrefinería, cuya fase piloto entrará en operaciones en enero de 2019. Además, el proyecto tiene la intención de hacer llegar a todo el país una “biodiversificación de la industria azucarera”.
“Una tonelada de caña me da 112 kilos de azúcar y 37 kilos de miel. Sin embargo, esa misma tonelada también puede darme 80 litros de etanol, 120 KW/hora de electricidad, 18.9 kilos de composta y 2.1 kilogramos de levadura”, asegura, en entrevista, Federico López-Medel.
La biodiversificación de la caña traería muchos beneficios porque el alcohol que se extrae de ella se puede transformar en etanol y usarse como combustible para vehículos. El precio promedio por litro en el mercado es de 12 pesos.
Los Kilowatts producidos, mediante el biogás que se extrae del bagazo de caña, pueden ser utilizados para los servicios de electricidad del mismo ingenio, de la planta productora o de la empresa que tenga este modelo.
Y, finalmente, la composta es un biofertilizante que puede utilizarse en los campos de caña o en cualquier otro sembradío, y la levadura puede venderse en 80 pesos el kilo, un precio competitivo porque, en promedio, éste es de 100 pesos.
“De todo este proceso, el dueño del ingenio tendría un ingreso casi 2.5 veces mayor que si exportara el azúcar a otros países”, comenta López-Medel, quien es ingeniero químico por la Universidad Veracruzana.
López-Medel forma parte de un comité de normalización de la industria azucarera, compuesto por cinco ingenios, los cuales producen 500 mil toneladas de azúcar al año.
“Estos ingenios ya cuentan con el 90% de la infraestructura necesaria para producir biocombustibles y electricidad; únicamente deben adicionarse módulos para la fermentación, destilación, separación de materiales, lavado y secado de los organismos, y deshidratación, entre otros, para la generación de los productos adicionales”.
En un futuro, sería posible colocar estaciones de etanol para la recarga de vehículos; de hecho, ya hay estaciones de este tipo en Veracruz, Oaxaca, Puebla y Campeche. También es posible instalar estaciones para la recarga de autos eléctricos. Y los proveedores de los combustibles serían los ingenios azucareros
El creador y la empresa
La empresa Procazúcar, fundada en 1995, ha ganado seis premios por sus innovaciones tecnológicas: en 1999, obtuvo el Premio Nacional de Tecnología; ganó el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos en 1998, y también en la edición 2004; el Premio ADIAT a la Innovación Tecnológica lo obtuvo en dos ocasiones: 2003 y 2006; finalmente, se llevó el primer lugar del Premio Tecnos en 2007, el cual se convoca en Nuevo León.
El proyecto Bio-Diversificación Agro-industria Azucarera Mexicana, ideado por el fundador de Procazúcar, participó en el concurso Cleantech Challenge 2018; sin embargo, aunque no quedó entre los finalistas, su creador planea continuar con el proyecto y afirma que es el único proyecto sobre biodiversificación de la caña de azúcar en México.
Federico López-Medel nació en Veracruz, tiene 66 años de edad y es ingeniero químico por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Veracruzana, en Orizaba.
Planes
El proyecto se colocará como una planta piloto de Procazúcar en el grupo de ingenios, y en dos de ellos, que se encuentran en Veracruz, comenzarán las pruebas en enero de 2019. De tener éxito, la planta pasaría a ser propiedad del ingenio, de tal manera que la planta podría venderse llave en mano a otros ingenios, empresas o gobierno.
Además de los ingenios, ya hay pláticas con inversionistas y con algunas empresas interesadas en el plan de López-Medel, como la compañía internacional BP.
“En un futuro, sería posible colocar estaciones de etanol para la recarga de vehículos; de hecho, ya hay estaciones de este tipo en Veracruz, Oaxaca, Puebla y Campeche. También es posible instalar estaciones para la recarga de autos eléctricos. Y los proveedores de los combustibles serían los ingenios azucareros”, indica el creador del proyecto.